El poder de un patillazo: cómo una tarea escolar se convirtió en negocio familiar

Un estudiante cuenta la experiencia de crear un negocio familiar.

¿Quién en Barranquilla no se ha refrescado con un rico patillazo? Sin duda, en un día caluroso es la mejor solución. ¿Será por eso que funcionó también esta actividad de Ciudadano de Honor?

La profesora de matemáticas financieras del Colegio Golda Meir, institución ubicada en el bario Las Américas, que se encarga de la formación de excelente calidad y la alimentación de niñas y niños de escasos recursos económicos; aplicó en su clase la primera actividad propuesta por la Familia Rueda en El Heraldito. Ya son más de 8.000 niños y jóvenes que hacen  como parte de Colegios de Honor, nuestro programa en las instituciones educativas públicas y privadas.

El ejercicio era simple: Ahorrar en familia reduciendo el gasto, cocinando en casa en vez de salir a comer fuera el domingo. Ramón, el papá de Los Rueda, proponía como actividad principal, realizar  un delicioso patillazo, acompañante ideal de cualquier receta, y para ella daba el paso a paso de cómo hacerlo.

Los estudiantes comenzaron la tarea sacando un presupuesto de todos los elementos que necesitaban para hacer el Patillazo, después se repartieron las funciones y, a modo de laboratorio, lo llevaron a cabo. Cuando lo terminaron, vendieron el producto en el mismo colegio y al final se ahorraron  las ganancias, no sin antes hacer un balance para ver cuánto había sido el ingreso y proyectar una nueva actividad grupal.

Aprendizaje en casa. “Lo más bello del ejercicio fue cuando la semana siguiente, llegó un muchacho que había participado en la venta del patillazo, contando su historia”, asegura Gina, profesora del Colegio Golda Meir. “El niño dice que cuando llegó a casa le contó a su mamá y hermanos cómo había ganado dinero vendiendo patillazo en el colegio con sus compañeros de clase. Llevó las instrucciones de Ciudadano de Honor y entre todos, prepararon un delicioso patillazo para vender. “Toda mi cuadra se acercó a la casa y compró su vasito de patilla”, dijo emocionado el niño. A partir de ahí, la mamá encontró una manera de aumentar los ingresos en su hogar”, nos contó orgullosa que ha repetido el ejercicio con éxito.

Y más orgullosos estamos en el equipo de Ciudadano de Honor, parecía todo un reto transformar el comportamiento de la gente. Cada vez somos más, una verdadera comunidad de barranquilleros dispuestos a comprometernos con nuestra ciudad, cumpliendo las 4R del Consumo Responsable y la Cultura Ciudadana: Reducir, Reutilizar, Reciclar y Responsabilizarnos.

Te necesitamos. Y tú, ¿también tienes historias que quieras compartir con nosotros? Queremos saber cómo aplicas las 4R en tu familia, tu barrio, tu entorno. Escríbenos a[email protected] y las publicaremos. ¡Únete a la comunidad!

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